lunes, 26 de marzo de 2007

Mas excavaciónes...

(Jah, este es muy teenager, me hace dudar... Pero ya fué, me hare guionista de Cris Morena de ultima. Tendre que pasar por el ritual de iniciacion satanico de los Usurpadores de Mentes Jovenes, pero como viene la mano nesecito un laburo cuanto antes.)


-Te manda saludos mi abuela.- escupió en medio de un suspiro mientras arribaba del pasillo –Dijo que me quiere regalar un celular.
-Si, que lo pague ella.- le contesto la madre sin dejar de lavar los platos.
Se sentó en la mesa y se puso a revolver migas de torta con la cuchara. Cuando escuchó el chirrido de la canilla cerrándose apretó los dientes. Ella se dio vuelta y lo contemplo en silencio durante unos segundos.
-¿No vas a hacer nada con tus amigos?...
(Se limito a mirarla a los ojos. Ahora el silencio era insoportable.)
…Bueno che, eso ya paso hace mucho…
(Siguió mirándola; con cierto aire de incredulidad.)
…Bueno, ¿Qué se yo, hijo?, cumplís dieciocho y te quedas encerrado en casa como se nada.
-No tengo ganas de salir, ¿ok?. No me siento bien.-dijo bajando la mirada al plato.
Ella dejo salir un resoplido interminable –Como quieras hijo- Nuevamente el silencio -Yo me voy a la cama.
-Yo también, hasta mañana.
Se inclino para besarlo en la frente. Le sujeto la cara unos segundos para buscarle en vano la mirada. Luego siguió caminando hasta desvanecerse en la oscuridad del pasillo. El se quedo unos minutos mirando como una mosca se posaba en el pequeño plato.

Un suspiro profundo le sigue al sonido de la puerta de su cuarto cerrándose. Luego sentarse en la cama pisando el borde y apoyando la espalda sobre el póster de Nirvana que ya le empezaba a quedar chico, mientras sus dedos se agarran del Jean gastado de turno. Esa era la ceremonia casi ineludible de todas las noches. Y pensar, mirar fijo a la pared, el escritorio, la computadora tecnológicamente prehistórica, la guitarra en su debida funda y todas esas cosas que le causan más problemas de los que le solucionan. Y pensar.

Repentinamente cambio la posición de sus cejas. Metió la mano en su bolsillo y muy lentamente, como si estuviera cometiendo alguna clase de acto morboso y bajo, saco un pequeño pedazo de papel cortado a mano. En una caligrafía temblorosa y deforme que le costo descifrar se leían una fecha, una hora y un lugar.
-Son de Congreso, no hacen nada que se parezca a algo que hallas escuchado por acá, totalmente under, sabelo.- le había dicho un compañero del curso de admisión que seguía por seguir algo nomás.-vení a verlos, vale la pena.-dijo mientras terminaba de anotar el papel y se lo daba, hacia ya una semana y media. Miro el reloj, eran las doce y cuarto. Se quedo unos minutos sentado en el borde de la cama, mirándose los pies y jugueteando con el papel. Luego se puso de pie, se acerco a la ventana y se reclino en el borde. Leve sonido de viento, sirenas, ladridos, luces encendiéndose y apagándose casi con ritmo. Cuando se quiso dar cuenta, su dedo estaba dibujando curvas en el vidrio sucio. Bruscamente se dio vuelta y abrió el placard, tomo un abrigo adecuado y se dispuso a ejecutar el cuidadoso escape.
No sin una previa expedición al baño, seguida de un falso retorno a su cuarto (cerrando la puerta desde afuera), se encamino silenciosamente a la puerta principal y emprendió la minuciosa tarea de abrir y cerrar la cerradura sin emitir ruido alguno. Una vez en el pasillo, evito la tontería de llamar al ascensor sino hasta haber bajado dos pisos por la escalera y en puntas de pie. Abajo, como era de esperarse, no había portero.
Fueron tres heladas cuadras, pisando una combinación uniforme de hojas secas y baldosas escarchadas, cruzándose con un perro decrepito que lo miraba mientras caminaba en medio de la calle. Ya en la avenida se sentó cerca de la parada y espero con paciencia. El colectivo se tomo su tiempo, pero llego vacío.
Eligio un asiento atrás a la izquierda y se puso a mirar la ventana. Adormecido, se dejo hipnotizar por el avance casi constante del colectivo. Edificios, pórticos, árboles, ventanales, veredas, esquinas. Distintas calles, distintos ambientes se sucedieron fundiéndose con el reflejo intermitente de su rostro risueño. Orientado por una plaza se bajo y siguió camino por una avenida de veredas angostas y locales cerrados. Al lado de un kiosco encontró a un sujeto parado delante de una puerta apenas iluminada.
-¿Acá es…?
-Si, pasa.
Las leyes de Murfy se cumplieron a la perfección y la mano que sujetaba los documentos se quedo en el bolsillo. Subió por una escalera enorme y oscura, en cuya cima encontró una pequeña mesa de madera presidida por una chica exageradamente maquillada y con cierto aire snob, quien le indico que el precio de la entrada (el papelito de color celeste sellado) era de cinco pesos. Puso el billete sobre la mesita y atravesó una pesada cortina negra a su derecha.

La sensación era la de haber caído por el agujero del conejo. Se encontró con un lugar que poco y nada tenia que ver con el afuera. La iluminación tenue, los afiches y los discos de vinilo cubrían las altísimas paredes rojas. Entre medio de una convención de personajes de lo más variados encontró al responsable de su presencia en ese peculiar agujero.
-Miren quien llego. Creí que no ibas a venir desgraciado.- (saludo de manos).
-No, estaba en mi casa y me acorde del papel que me habías dado.- dijo mientras se daba cuenta de que estaba con una chica.
-Bien por vos, tenés que escuchar esta banda. ¿Llegaste bien o estuviste dando vueltas?
-Llegue bien, me imaginaba que era por acá.
-Tuviste suerte, es medio difícil encontrar este pozo.-le dijo mirando a un costado- Sentate por ahí o busaca un lugar, que yo voy a ver por que tardan tanto.
Dio media vuelta y siguió camino, solo.
-Que tipo tan amable.-dijo con severa ironía la chica igualmente abandonada.
-Si, la verdad…- balbuceo (sobresaltado) entre una leve sonrisa-¿te trajo el?
-No, vine sola. Me lo encontré recién.
(Se dejo escuchar un redoblante y el sonido de una guitarra enchufándose)
-parece que hay señales de vida por allá.- dijo ella haciendo señas con el pulgar. Atravesaron una pared mutilada y entraron a un recinto no muy grande, cuyo fondo estaba cubierto por una especie de telón negro. En el piso había varias rondas de personas sentadas a lo indio. Ellos se sentaron contra una pared alfombrada.
-¿Los conoces?- le pregunto ella.
-No, la verdad es que no tengo la más pálida idea de qué vine a ver.- contesto negando con la cabeza.
-Ah, genial, entonces estamos en la misma situación.
Lentamente comenzó a abrirse el telón. Lo primero en escucharse entonces fue una batería constante y monótona, le siguió un bajo con la misma proclama. Finalmente entro en escena la guitarra, estridente y cruda, pero que nada tenia que ver con las obviedades del rock & roll. Cuando el guitarrista se lanzo al micrófono hubo un sobresalto generalizado; nadie esperaba ser invadido por esa voz grave, abrupta, penetrante, que se devoraba la sala sin piedad.
-Suenan como Joy Division- exclamo ella sin poder ocultar cierto entusiasmo- pero también tienen mucho de…
Velvet Underground, ¿no?-Interrumpió el. Se miraron y rieron cual chiste tonto.
-Algo así.-le contesto cubriéndose la boca.
Observaron y escucharon sin decir una palabra. Ya eran presas de aquella peculiar música, un sonido claustrofóbico pero a su vez vertiginoso y fluido. Terminado el extenuante concierto, tardaron bastante en borrarse la expresión de fascinación. Para ese entonces habían perdido la noción del tiempo.

Ella se adelanto y pregunto la hora. Un tipo con barba saco de su morral un celular y le dijo que pasaban de las cinco. Puso cara de horror.
-Como que se hizo demasiado tarde. Tendría que ir a esperar el colectivo.
-Yo me largo también. Además el ambiente esta empezando a decaer.- dijo el haciendo referencia a una música industrial que ya empezaba a molestar. Ella sonrió.
Bajaron por la escalera y se encontraron con una realidad aun más fría, la ciudad estaba cubierta por una densa niebla y la vereda estaba mojada. Caminaron por la parte arbolada de la avenida y divagaron sobre la banda como niños recién salidos del cine. Llegaron a la parada y se sentaron en el piso al mismo tiempo.
-Suerte que todavía no amaneció.- Dijo uno de ellos.
Pasados varios minutos llego un colectivo. Ella lo saludo con un beso y puso un pie en el escalón.
-Gracias por acompañarme.
Pagó los ochenta centavos y se fue atrás, pero antes de sentarse se quedo viendo la ventana trasera, mirándolo desvanecerse en la niebla.
Una vez sentada se quedo mirando su ventana durante todo el viaje. Unas gotitas de llovizna comenzaron a deformar la imagen de los árboles anaranjados. Seguía siendo de noche cuando llegó al edificio. Abrió la puerta y entro en el ascensor de manera tan mecánica que cuando se quiso dar cuenta estaba en el octavo. Abrió y cerro la puerta con mucho cuidado, camino despacito para asomarse a la cocina. Cuatro o cinco moscas revoloteaban alrededor de un platito lleno de migas.
Un suspiro profundo le siguió al sonido de la puerta de su cuarto cerrándose. Luego se sentó en la cama pisando el borde y mientras sus dedos se agarraban de la pollera verde ya bastante avejentada, apoyó la espalda sobre el póster de Nirvana que ya le empezaba a quedar chico.

viernes, 23 de marzo de 2007

Kalifornia

Finalmente paso, perdí mi oportunidad.

Una en un millón.

No importa

Al menos lo intente

Es tan difícil

Tan difícil

Encontrar ese lugar

Tan

fucking

difícil…

¿Ves por que no me muevo?

¡¿Hacia donde me muevo?!

¡¿Hacia donde?!

martes, 20 de marzo de 2007

The Asshold of the Century Strikes Again!

No, todavía estoy acá. Valla uno a saber porque

No mather

Si, tengo insomnio y pocas ganas de combatirlo

Me quedan pocos momentos de lucidez y por lo general se presentan a esta hora

¿Lo hiciste de vuelta, flaco?

Porque desde acá se ve todo muy confuso

Mmmmhhhhhhhhhh…

Me parece que te equivocaste feo

Sip

O no, pero ¿que se yo?

La ansiedad a veces te pone muuyyy pelotudo

Y seguís ahí

(Y sigo ahí)

Y que diablos haces ahí

A las tres y cuarenta y dos de la mañana

¡¿Recobrando las emociones perdidas?!

¿A quien carajo vas a engañar?

Estas lejos nene

Muy lejos de ahí

Y muy lejos de casa

Yyyyyyy….

Ehmmm….

Sisi

Se empieza a sentir frío acá

(Risa cínica con cierto dejo de lastima por uno mismo que suena fingido pero no lo es)

domingo, 18 de marzo de 2007

Espectativas

¿Que mas?

¿Algo mas?

¿Siempre?

¿Nunca?

Estoy tratando

Estoy cansado

Me caigo por la escalera

(Si, de vuelta)

¿Eso es todo?

¿Lo que vi?

¿No hay nada más?

Hay poco en que pensar

Una secuencia memorizable

Y busco variantes

Eso o nada

Nada más

Romper todo

Si

Nada más

Basta

Nunca más











¿Estas ahí?

¿Al tanto?

Hacemelo saber

Antes de que me trague la noche.

domingo, 11 de marzo de 2007

Lunes, 3:19 AM

Somos pocos
¿Si?
Muy poquitos
Aplastados en un ascensor
¿Te das cuenta, no?
Es asi de facil
¿Que me querias decir con eso?
Abrimos la boca un dia
Y… ¡Plaf!
Se desarma
Todo
Asi nomas
¿Qué querias decirme con eso?
Soy todo oidos

Como que…
No encajan ciertas cosas
No hay balance
Soy dios
En un vestido
Girando sobre mi propio eje
Para concerté
Para decirte
Cuantas cosas
Que no se escurren
Que no se si se siente, ¿viste?
Me hago
Me formo de vuelta
De barro
De algo
Capaz
Que no se suponer
Cuantos comos y dondes
Y cuanta
Tanta mierda
Tanta
Locos
Todos locos
Caminando a la par
Del temporal
A un costadito
Y rapido
Terminamos todo
Porque si sigo revoleando
Todo lo que me rompe
Y me sigue rompiedo
Tarde o temprano
Cerrando los ojos
Y consiguientemente sabre que no tengo por que
Tener repeto por vos
Respetarte
Resistirte
Sentirte
Sentir
Tener
Hacer
Oler
Y he estado
Tratándote para la mierda un domingo a la noche
Y otro
Y otro mas
Y tal vez
O tal vez no
Estuve contándote por teléfono
Hasta donde llega el infierno
Pero las voces suenan chistosas por teléfono

¿Y de que carajo estamos hechos?
¿Y de que estamos deshechos?
¿Y que es o no es un pelotudo atestiguando
el hartazgo enfrente del odio?
Los dos ahí enredados
¿Que esperabas ver?
A esta hora, con el vientito apenas entrando por la ventana
Apenas escurriendose una idea
Estupida

miércoles, 7 de marzo de 2007

Esto lo escribi escuchando Mezzanine...

Horizontal, derrumbado, rígido, inmóvil. Tétricamente inmóvil clava los ojos en el techo con una violencia hipnótica. Del otro lado de la sufrida pared un susurro absurdo que se filtra con una insolencia divina. Del otro lado del borroso ventanal el cementerio de los vivos, una maraña de edificios se paran y le hacen frente a la noche. Un puñado de luces le dan pelea al frío y la oscuridad. Una errática cucaracha le confirma que eso sigue siendo el techo y sus grietas.
Con una lentitud inhumana comienza a mover una pierna, luego la otra. Con un esfuerzo que se siente en lo más profundo de su nuca se sienta en el borde de la cama, Vuelve a sentir aire en sus pulmones. -…es tan posible como imposible, no existe el destino único. No hay…- Es lo que alcanzo a traducir del murmullo contiguo antes de que la sirena de un patrullero le devolviera a sus oídos el ruido urbano. Era una voz abrupta, quebrada, como palabras huyendo de la boca que las pronuncia.-…árboles, con ramas infinitas. El tiempo…- el maullido de un gato en el edificio abandonado.
Alza la mirada en busca de la cucaracha. Luego de unos largos segundos la ve moverse un tanto más atrás de lo que creía y permanece unos minutos observándola caminar zigzagueando. Se queda fascinado tratando de descifrar sus movimientos, siguiendo su trayectoria. Descubre que la cucaracha no se mueve a la deriva: camina sobre las grietas, las recorre con una fidelidad asombrosa, como si no hubiera nada más allá de estas. Cuando se topa con una bifurcación se detiene unos segundos y sigue por una de las dos. Se pregunta inocentemente que pasaría si alguien agarra la cucaracha y la deja sobre una grieta distinta. -…esto es nuestro ahora…- se distingue en sus oídos con un tono mas imperativo mientras intenta pararse tambaleándose.
Arrastrando las piernas, apoyado, sintiendo todo el frió de la pared en su costado, llega hasta la puerta del baño. Intenta preparase antes de entrar, suspira profundamente, pero de nada sirve. Una oleada de escalofríos asaltan su piel cuando empuja la puerta y ve sus ojos rígidos, casi como queriendo escapar del rostro que los contiene, pero rígidos. Ella esta tirada en la bañera, una gota de sangre trazo un sendero rojo que emerge de la nariz y atraviesa su boca, marcando la mitad exacta entre los mechones de pelo que le pinchan las mejillas. No respira.
Una lámpara sobre el espejo hace su mejor esfuerzo por blanquear el baño, pero el techo siempre encuentra la forma de tragarse la luz. Desde ahí el murmullo apenas se escucha, y de vez en cuando gotea la canilla, como un reloj deforme que simplemente se limita a marcar con solemnidad el paso del tiempo (de algún tiempo). Apoyando los brazos se sostiene en el lavatorio, con la cabeza gacha y respirando profundamente. En su mente, por encima de los pálidos intentos de reconstruir los hechos, por encima de las maldiciones hacia si mismo, predomina una consigna: no mirar a la derecha.
Levanta la mirada, observa fijamente su imagen en el espejo. Clava la vista en el reflejo de su ojo izquierdo, en la forma en la que este a su vez refleja su rostro, pero de manera fantasmal. Cierra los ojos.

Un quiebre, un abrupto pitido en sus oídos, luego esperar a que sus sentidos se reactiven. Abre los ojos, pero un telón negro se resiste unos segundos a entregarle su reflejo. Nuevamente en el espejo comienza a girar lentamente la cabeza hacia la derecha. No se sorprende, no hay nada.
La encuentra parada frente a la ventana. Ella se pregunta cuanto tiempo lleva mirando hacia abajo. –Todas esas calles, esas hileras de luces naranjas- dice despacio, con una voz temblorosa y sin mirarlo –Tanta gente, tantos lugares. Me da escalofríos pensarlo-.
El murmullo se fue. La cucaracha se quedo quieta en el techo.