lunes, 26 de febrero de 2007

The Gloaming

De la plaza llega un sonido infernal, una pseudo música repetitiva y grosera que avanza y reverbera entre los edificios vacíos. Todos están allí. Todos excepto ellos.

-Tengo miedo, la verdad.-dice ella
-Y bueno, no es para menos.-contesta una voz un poco mas allá de la débil luz amarillenta del velador- Comienzo a pensar que realmente somos los únicos que no…
-No, no creo que entiendas. -le responde abruptamente- No se bien por que, pero todo esto me hace acordar a un sueño que tuve hace tiempo…- hace silencio y mira a su alrededor. Es un cuarto pequeño, hay una cama y una mesita de luz. La ventana esta cerrada, pero aun así la música y el griterío de lejos invaden irremediablemente el ambiente.

-…Es difícil de explicar, y no me acuerdo de todo. Digamos que estoy yo caminando de noche por una calle vacía…
-Que raro, yo nunca sueño que estoy solo.-dice el acercándose a la luz de la lámpara.
-…y estoy tratando de llegar a una fiesta o algo así, para encontrarme con unos amigos, no se bien. Es una calle con edificios altísimos, oscuros. Y lo raro es que muchos están como tapados por una tela roja gigantesca.
-Dios mío, ¿estas escuchando eso?-interrumpe el. En efecto, aquella música se volvía cada vez más diabólica, la reverberación de los edificios la tornaba aun mas siniestra y las voces ya no parecían tales, sino mas bien un coro de cerdos enloquecidos gimiendo al rimo del tantantan-tantantan (una rítmica que suena como martillazos, o disparos)-Pareciera que se están acercando.-dice temblando. Y no se equivoca.

Ella respira profundo y retoma, como si nada: -La cuestión es que en algún punto llego hasta una galería y me meto adentro. Todos los locales están cerrados, cubiertos por una reja. No hay un alma, y yo camino sola ahí adentro, seguro que del otro lado están todos…
-No puede ser, están acá nomás.-exclama el, que ya tiene el rostro pálido.
-…Y cuando llego al otro lado me encuentro con un lugar vació. Un lugar rarísimo por cierto, vendría a ser como una especie de plaza, un rectángulo de cemento completamente rodeado de edificios, o sea, paredes y ventanas. “Ya se fueron todos”, me dice una voz. Miro, se ve la silueta de una persona en una ventana más o menos alta. Entonces me meto en ese edificio, quiero preguntarle que pasó, donde se fueron. Me subo a un ascensor. No se bien que pasa ahí…
Se detiene momentáneamente al ver la cara de horror que él tiene al escuchar eso que ya es como un alarido constante, no de dolor, sino locura. Los martillazos rítmicos que hacen vibrar la mesita de luz. Los gemidos, amorfos, que se enardecen a medida que van acercándose a la puerta, entrando en el edificio.
-…es como que pasara un montón de tiempo ahí adentro, subiendo. -continúa relatando con la voz temblorosa y plana, como en una especie de trance- Cuando el ascensor para y se abre, me doy cuenta de que estoy en la terraza. Ya amaneció, y te veo a vos, apoyado en la cornisa. En el horizonte se ven dos molinos, gigantescos, que giran a la par, y vos los miras como hipnotizado…
-Ya están en la escalera.- alcaza a decir el entre espasmos.
-…Yo te pregunto que paso, donde se fueron todos, y vos no me contestas, seguís absorto. Entonces me acerco y miro al mismo lugar. Te pregunto que es lo que estas mirando…

Los alaridos del otro lado de la puerta no son de este mundo. No son de ningún mundo.

…”Como se cae el cielo”, me decís.

1 comentario:

I don’t belong here dijo...

Yo sabia, a eso lo había leído antes
hubiera sido mas practico solo mirar la fecha

"…”Como se cae el cielo”, me decís. "